26 de junio de 2014

¡Hola a todos los amigos del Desafío del Canal de Castilla!


Mi nombre es Luis Rodríguez, soy un asturiano que participó por primera vez en esta prueba el pasado sábado día 21, nada más y nada menos junto con aproximadamente otros 500 ciclistas.

Mediante este escrito quiero felicitar a todos los que de una forma u otra trabajáis en la celebración de este evento, como nos podemos imaginar tiene que ser complejísimo atar cada cabo que está en vuestras manos para llevar a efecto un acto de estas características.

Felicitaros de la forma en que lo habéis comenzado, con ese sencillo pero no por ello menos entrañable homenaje a un personaje tan admirado y querido en su tierra y en toda España, como es Miguel Delibes, para mi que no lo conocí personalmente pero sí un poco a través de sus obras ha sido toda una sorpresa y la mejor manera de empezar la mañana y la guinda nada mejor que compartir pelotón con sus cuatro hijos Miguel, Germán, Juan y Adolfo, además de nietos y miembros de la familia.

Felicitaros de la forma como ha acabado, sin ningún incidente grave que reseñar, y eso no es solo fruto de la casualidad sino del trabajo que me consta de todo un año preparando la prueba. (Jorge y Carlos “Carril Bici”)

Es una carrera dura, por algo es un desafío de 150km. por el que rodamos unas veces por sirgas actas para pedalear de forma cómoda y otras (la mayoría) no tan cómoda. En un desafío no puede faltar la aventura y como no podía ser de otra manera, aquí nos tocó sortear el árbol caído en medio del camino, (no sé si sería la propia organización la que tuvo la idea de derribarlo para darle un poco más de emoción “es una broma”) el caso es que gracias a este contratiempo se rompieron todos los controles de horarios previstos, como siempre hay que sacar un lado positivo, tuvimos tiempo al menos los de atrás de charlar y de hacer vida social durante casi una hora, que es de lo que se trata.

Quiero resaltar una anécdota mía y personal, iba pensando para mis adentros lo duro de la etapa y de la forma tan digna y sufrida como la estaba llevando, cuando llegué al cruce que confluye con el camino de Santiago cerca de Frómista, ahí a pocos metros de mí venía por la pista de tierra una señora haciendo el camino de Santiago, calculo de unos sesenta años, con una mochila a la espalda bastante mayor que la mía, caminando a un ritmo tranquilo, se veía que tenía muchas horas en sus piernas de experiencia en estos menesteres, un acto reflejo me hizo frenar, bajarme de la bici y sacarle una foto, la felicité como buenamente pude, era francesa y hablaba castellano como yo hablo el francés, es decir por señas y le di ánimos pues ya solo le quedaban 3km para descansar. 
 
A partir de ese momento me cambió el chip de la cabeza, como para quejarme me dije, viajando sobre dos ruedas y acompañado de una asistencia técnica que ya quisieran tener en otras pruebas, todo un lujo el despliegue que hicisteis humano y mecánico para que todo saliera lo mejor posible y para el que existen tres adjetivos: impecable, intachable e inmejorable. 

Por cada punto de apoyo  de refrigerio por el que pasamos, nos distéis ese aliento que nos impelía a continuar con más fuerzas, todos nos animasteis cuando las piernas empezaban a flaquear, personalmente paré creo que en todos o casi todos los puntos donde había agua y hielo, tanto para llenar el bidón como para recibir esas muestras de afecto.

Lo del melón y la sandía en Palencia es un PUNTAZO, el primer trozo de sandía que metí en el cuerpo creo que me bajó hasta los tobillos, la sensación de frescor a esta altura de la carrera es inenarrable.

Por último felicitar también a todos los participantes por el buen comportamiento cívico y de responsabilidad que hubo durante toda la jornada, siempre desde el respeto y de la educación, (valores tan en falta en estos tiempos) igualmente felicitar a mis tres compañeros de fatigas: Sergio, Pedro y Armando, de forma especial a los dos primeros pues con 65 años a sus espaldas han terminado la prueba de una manera más que digna y lo más principal sin ningún percance.

Gracias una vez más a los que con vuestros esfuerzos hacéis que personas como nosotros al menos durante un día nos sintamos como héroes, al menos eso le ocurrió al del dorsal nº 158 cuando llegó a la dársena de Valladolid ahíto de felicidad.

Un saludo,



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